¿Cómo producir nuestros propios árboles?


 El cultivo de árboles

El cultivo de plantas y especialmente de árboles es una actividad llena de gratificaciones que nos permite tomar contacto con el mundo natural aun en medio de la ciudad. Aquí mencionaremos algunos cuidados y secretos para que sea más exitosa la experiencia de propagar árboles.

La obtención de frutos y semillas
En general, la época de recolección de frutos es en el otoño aunque puede extenderse hasta el invierno. Es aconsejable ubicar semilleros aislados, que no se encuentren en estado silvestre, ya que en la naturaleza distintos agentes se ocupan de limitar el desarrollo de las semillas (heladas, hongos, insectos, aves).
Algunos frutos pueden cosecharse antes que las semillas estén del todo maduras. Para eso, es importante que el fruto se abra en un recipiente cerrado y evitar así perder semillas.
Hay que revisarlos bien antes de guardarlos para no incluir insectos u hongos. Se almacenan en bolsas de papel o en frascos limpios y secos en la heladera. Se anota en el envase el nombre de la especie, la fecha y el lugar de recolección.
Si van a conservarse las semillas durante mucho tiempo, o si hay una gran cantidad de ellas, guardarlas en frascos transparentes con un sobrecito de silicagel (polvo que absorbe la humedad) con “indicador’, es un papel sensible a los cambios de humedad que cambia de color cuando debemos reemplazar el polvo.
Para pequeñas cantidades son recomendables los frasquitos de remedios que tienen en la tapa carbón activado.

Un lugar adecuado para la germinación
Como en la mayoría de los casos, no se cuenta con mucho espacio para realizar cultivos; es práctico el uso de cajones de madera o germinadores.
Un buen sustrato para los cajones es de dos partes de tierra negra, una de turba o resaca y una de arena. Es importante esta mezcla porque proporciona tierra esponjosa, lo cual favorece el desarrollo de las raicitas y minimiza los daños en el momento de extraer los plantines. También puede agregársele “perlita”, un mejorador que ayuda a mantener la humedad y evita que se compacte la mezcla; su aspecto es similar a las piedritas para los gatos y puede remplazar a la arena o ponerse un poco de ambas.
La mezcla debe esterilizarse, un método sencillo es colocarla húmeda en una asadera dentro del horno hasta llegar a los 1002 C. Se deja reposar unos días, antes de usarla.
Los germinadores son parecidos a los que realizábamos en la escuela: un envase chato con tapa transparente (como los descartables que traen muchos productos de supermercados) con algodón en el piso y papel tisú sobre él.
Se humedece el algodón y se colocan las semillas sobre el papel, bien esparcidas. Se tapa para formar un invernadero que retenga el calor y la humedad, pero hay que realizar cuatro o cinco agujeritos en la tapa para que circule aire y no se llene de hongos.

Prevenir la aparición de agentes nocivos
Los hongos son uno de los problemas más frecuentes en los almácigos. Lavar bien el envase antes de fabricar el germinador y lavarnos las manos también. Otro consejo para evitar la aparición de hongos es dejar destapado el cultivo todos los días un rato, humedecer el papel con algodón y cerrar. Si de todas formas se infecta el cultivo, aparecerán pelitos blancos cubriendo las semillas o en la base de los tallos. Este conjunto de hongos del suelo también figura en los libros de jardinería como damping off. Separar a los individuos dañados, cambiar el papel y ventilar más el cultivo. Luego tratar de salvar a estas semillas lavándolas bajo agua corriente.
Si los hongos aparecen en los cajones con los plantines en desarrollo, el procedimiento es otro:
1)      disminuir la frecuencia de riego; 2) aumentar la ventilación; 3) esparcir tierra sobre los plantines, a través de un tamiz, para elevar el “cuello” (lugar del tallo que separa a la raíz de la parte aérea) del plantín; 4) esparcir ceniza de madera, esta disminuye la acidez del suelo creando condiciones desfavorables el desarrollo de hongos.
Los pulgones y hormigas también son frecuentes en los cultivos; se los combate rociando con una solución de paraíso cuya preparación es la siguiente: colocar un puñado de frutos en un litro de agua y macerar hasta que no produzca espuma. Diez días después, se lo filtra y se aplica con rociador, puro o diluido.
La mejor manera de evitar que una enfermedad o plaga se propague es teniendo mezcladas las especies. Aunque no se vea tan prolijo y lleve más tiempo en el momento de reunirlas, es mucho menos engorroso y problemático que quitarse una plaga de encima. También se pueden colocar, intercaladas entre nuestros arbolitos, otras plantas que repelen insectos dañinos o que atraen a algunos invertebra­dos benéficos: ajenjo (Artemisia absinthium), atrae a unas mosquitas predadoras (sirfidos); diente de león (Taraxacum officinale), donde se refugian arañas predadoras; en cambio repelen insectos lavanda (Lavandula angustifolia), salvia (Salvia officinalis), romero (Rosmarinus officinalis), ruda (Ruta chalepensis), albahaca (Ocimum basilicum), menta (Mentha sp.), estragón (Artemisia dracunculus), tomillo (Thymus vulgaris), ajo (Allium sativum) y cebolla (Allium cepa).

Los cultivos
En general, a las semillas muy pequeñas no hay que enterrarlas porque les puede costar mucho levantar la tierra. El sistema ideal es el mantillo: alisar la superficie de la mezcla pasándole una tablita, esparcir las semillas y espolvorear una capa de tierra negra seca sobre un tamiz ubicado encima del cultivo.
Como la mayoría de las semillas contienen abundantes sustancias de reserva para la germinación, no es necesario que estén al sol, incluso en muchas casos es perjudicial. Las primeras hojitas de muchas plantas son “embrionarias”, se llaman cotiledones, y conviene observarlas ya que habitualmen­te son distintivas de cada especie. En algún momento puede ocurrir que, mientras se espera que surjan las especies sembradas, aparezcan otras no deseadas y resulte difícil reconocer a las “nuestras”.
Las plantas cuyos renovales sean muy chicos o de tallo muy finos, se riegan con rociador o puede apoyarse brevemente los cajones en un recipiente con agua hasta que aparezcan las primeras man­chas de humedad en la superficie.

Propagación por estaca de tallo
Se buscan ramas jóvenes, del último año, sin flores ni frutos, que contengan e cuatro o cinco nudos (banda del tallo donde brotan las hojas); se cortan por debajo del nudo posterior y por arriba del superior, salvo que se trate de la punta. Se retiran las hojas cuidando de no desgarrar la “piel” del tallo.
Los gajos se transportan envueltos en papel húmedo dentro de una bolsa para que no se sequen las yemas (excepto los cactos). Puede sumergirse el extremo inferior en hormonas de enraizamiento, pero retirando el excedente; no tiene que chorrear porque el exceso del producto puede inhibir en lugar de estimular el desarrollo radicular. Por último, se entierra la rama en un pozo previamente realizado en la maceta hasta las 2/3-3/4 partes del total. Se riega y puede colocársele una bolsa de polietileno invertida sujeta con una bandita elástica a la maceta. De esta forma se logra conservar el calor y la humedad. Lo ideal para los gajos es recibir calor desde abajo, por lo que, si se cuenta con un lugar que suele estar tibio, conviene dejar nuestras plantas encima (el motor de una maquina o en la cocina, por ejemplo).

Multiplicación por acodos
Otra forma de propagar plantas es por acodos que pueden ser aéreos o terrestres. Los primeros consisten en realizar una incisión en forma de “>” que rodee al tallo. Cubrir con musgo o resaca húmeda (un gran puñado) y envolver con un plástico negro bien atado por arriba y por abajo del sector.
Esperar un par de meses hasta que genere un buen sistema radicular, luego cortar la rama y plantar en maceta.
El sistema terrestre es similar, pero arqueando una rama baja hasta enterrar una porción del tallo donde se lo sujeta y se espera, una vez con raíces se separa de la planta madre.
Siempre que se realicen cortes, deben ser limpios, al ras de los nudos y verticales para evitar que se acumule agua. Tener en cuenta que se deja una herida abierta por donde pueden entrar hongos. Conviene frotar la herida con jabón o vela.

Propagación a partir de gajos de raíz
Las raíces de muchos de los árboles citados tienen la capacidad de originar nuevos tallos a partir de sus yemas. En algunos casos, pueden ser inducidas a germinar mediante gajos de raíz.
Como falta experimentar en muchas especies, en este libro solo se incluyó el icono de multiplicación por gajo de raíz a los árboles que han dado resultados con este método. La práctica de muchos lectores proveerá información técnica novedosa de cada especie en relación a este y otros temas aún poco investigados.
Cavar con cuidado cerca del árbol hasta dejar al descubierto algunas raíces. Elegir una raíz del grosor de un lápiz y cortar tramos de 8 a 10 cm. Ubicar las porciones en su posición natural, enterradas horizontales en las macetas y cubiertas por 2 cm de tierra. Después de regarlas, se protegen con bolsas de polietileno transparentes.

Una alternativa: conseguir plantines en la naturaleza
Este medio de propagación de especies puede parecer depredatorio o poco respetuoso de la natura­leza, pero no es así. En muchos árboles sus semillas caen al pie de su tronco y comienzan a germinar a veces una encima de la otra (pindó y tipa, entre otras) o cientos en un espacio reducido (anacahuita,
por ejemplo). Por supuesto que la gran mayoría no prosperarán, quizá ninguno llegue a adulto, por lo que recomendamos hacer un raleo, sacar un poquito de cada lado. Nunca todo. Tampoco recolectar de un área natural protegida como parques nacionales y reservas provinciales, ni plantines, ni gajos, ni semillas.., allí solo fotos. Se trasladan en bolsas de plástico humedecidas y bien cerradas.

El traspaso de los plantines y de los arbolitos jóvenes
Cuando llegue el momento de pasar los plantines del almácigo a maceta, aflojar primero la tierra circundante y, si es posible, trasladarlos junto al pan de tierra que rodea a las raíces. Si se tiene que sacarlo sin pan de tierra (porque se desmorona o porque están muy juntos) sujetarlos con dos dedos de la base del tallo e ir tirando despacio, ayudar con un palito fino para separarlo de la tierra sin romper las raíces. Inmediatamente humedecer las raíces. Es importante que las raíces no queden expuestas al aire seco. Por esto es preferible realizar esta actividad los días nublados, al atardecer o por la mañana temprano.
Cuando se tenga que hacer un transplante de maceta a maceta o de maceta al jardín, no regar antes para facilitar que el pan de tierra salga entero. En el caso de las macetas de plástico, vasos o botellas descartables, conviene cortar el envase alrededor del pan de tierra. Por supuesto que antes de realizar esta operación hacer el pozo que contendrá a la nueva planta. En el caso de que se lo plante directamente en tierra. El pozo será de 80cm de ancho por 1 m de profundidad, aunque la maceta en la que se encontraba la planta fuera mucho más chica. Esto permite rellenar el espacio sobrante con tierra con abono orgánico para que las raíces puedan desarrollarse mejor. Es importante dejar por lo menos 5 cm de tierra buena en el piso del pozo. Si no hay tierra negra adicional, echar en el fondo la tierra que se sacó de la superficie y romper los terrones compactados realizando punteos con la pala para que las raíces puedan perforarla fácilmente.

Algunos consejos
Los árboles, igual que las personas, tienen que ir “haciéndose fuertes” antes de enfrentar solos la vida. Por esto conviene que, al principio, el cultivo se mantenga en lugar protegido del frío, del sol directo y de la falta de agua (en la cocina o en un lavadero); después la protección será menor (bajo un alero, media sombra o bajo otros árboles); y por último, a la intemperie.
También es importante que las macetas no estén en contacto directo con la tierra. Ocurre que cuando queremos cambiar de lugar una planta con frecuencia se verá que las raíces salieron por los orificios de drenaje para enterrarse en el suelo. Al mover las macetas, las raíces se cortarán. Como estas crecen por las puntas, estamos dañando justamente las partes relacionadas con el normal crecimiento del árbol debido a que existe una relación directa entre la extensión y profundidad de las raíces con el tamaño y el desarrollo de la copa. Por eso a los bonsái se les cortan las puntas de las raíces y se los mantiene en envases chatos, para que se desarrollen a lo ancho originando árboles petisos y de copas extendidas.
Es conveniente el uso de “cubresuelos”; un material como viruta de sauce o álamo porque es barato y se descompone en un año, convirtiéndose en abono. Los cubresuelos nos ayudan a contra­rrestar los efectos de las heladas gracias a que forman un colchón de aire que sirve como aislante, disminuyendo el frío sobre la superficie de la tierra, también ayudan a conservar la humedad y evitan la proliferación de hierbas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario